Dickens
mediante sus relatos nos da un pantallazo de la vida durante la Revolución Industrial, tanto desde el punto de vista del obrero como del empresario.
Nos
narra como suceden los cambios hasta llegar a la Revolución y como estos
afectan a las personas:
“Era
una ciudad de ladrillos colorados, o más bien de ladrillos que habrían sido
colorados, si el humo y las cenizas lo hubiesen permitido; pero tal como
estaba, era una ciudad de un rojo y de un negro poco natural, como el pintado
rostro de un salvaje. Era una cuidad de máquinas y de altas chimeneas, de donde
salían sin descanso interminables serpientes de humareda, que se deslizaban por
la atmósfera sin desenroscarse nunca del todo. Tenían un canal obscuro y un
arroyo que llevaba un agua entibiada por un jugo fétido, y existían vastas
construcciones, agujereadas por ventanas, que resonaban y
retemblaban todo el santo día, mientras el pistón de las máquinas de vapor
subía y bajaba monótonamente, como la cabeza de un elefante enfermo de melancolía.
Contaba la ciudad de varias calles grandes, que se parecían entre sí, y de
infinitas callejuelas aún más parecidas unas a otras, habitadas por gentes que
se parecían igualmente, que entraban y salían a las mismas horas, que pisaban
de igual modo, que iban a hacer el mismo trabajo, y para quienes cada día era
idéntico al anterior y al de después, y cada año el vivo reflejo del que le
había precedido y del que iba a seguirle”.
Libro I Capitulo V. Charles Dickens. “Tiempos
difíciles”
Charles Dickens
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